En un caluroso mediodía de un 31 de agosto de 1907, entre las dos y las tres de la tarde, tras un enfrentamiento con la Guardia Civil, fallecía desangrado en el paraje Arroyo del Tejo, en la Sierra de Alcaraz Francisco de Paula José Ríos González, a los 28 años de edad, conocido popularmente como “El Pernales”, el último bandolero andaluz de una larga saga, cuyas leyendas y falsos mitos románticos atribuidos a los forajidos, escondían tanto la naturaleza violenta y cruel de sus protagonistas como la pobreza, el hambre y la miseria del mundo rural de la España del siglo XIX.
El Pernales murió desangrado a causa de dos disparos recibidos en las ingles, provocando la fractura y el astillamiento del fémur y la perforación de la artería femoral. Muy lejos de su pueblo sevillano de La Estepa, no llegaría a reunirse en Valencia, destino de su fuga desde los campos de Andalucía, con su amante y su nueva hija para embarcar a América y encontraría el mismo destino que su padre al que juró vengar, quien murió por los golpes de la Guardia Civil tras sorprenderle robando. Junto al Pernales, cayó también de un disparo en el pecho el último hombre que había quedado de su partida y que no había querido abandonarlo: Antonio Giménez Rodríguez, “ El Niño del Arahal”, de 26 años de edad. Los cuerpos de los últimos bandoleros reposan juntos en una tumba en el Cementerio de Alcaraz.
Con esta ambientación ofrecemos a nuestros visitantes una ruta histórica basada en los últimos días de los dos bandoleros andaluces y que ha sido profusamente documentada por numerosas fuentes y perfectamente señalizada en el terreno con su último destino: el Cerro de la Sepultura, donde hay un pequeño monolito conmemorativo y un panel informativo para el visitante. La ruta, de unos 18 kilómetros, tiene una dificultad media, con un recorrido entre seis y ocho horas, dependiendo del número de descansos y ritmo de marcha y también de la estación del año que elijamos para hacerla.
La ruta propuesta parte desde la aldea del Bellotar, en la base del Cambrón, un macizo pétreo de 1552 metros de altitud, de perfil inigualable, que sin lugar a dudas, sirvió de magnífica referencia en la huida de los dos bandoleros desde los olivares de Jaén para saber que se adentraban ya en tierras castellanas.
El paso por la aldea del Bellotar del Pernales, marca el principio de su fin, ya que es aquí donde son avistados los dos bandoleros que levantan las sospechas de un guardia civil retirado ante la presencia de los forasteros y ostensiblemente armados, por lo que da la alerta al alcalde de Villaverde de Guadalimar, quien manda un recado a la Guardia Civil que se hallaba en un cortijo cercano.
Desde la aldea del Bellotar emprenderemos una subida hasta los Picarazos, una formación singular de formaciones calizas, conocidas popularmente como “Los Frailes”, situadas a los pies del macizo de La Sagra.
Una vez en estas cumbres podremos bajar por el camino del Arroyo del Tejo hasta la localidad de Villaverde de Guadalimar, opción que no siguieron los forajidos, que evitaban el paso por poblado en su tercer intento por llegar al puerto de Valencia, aunque sí la harían ya cadáveres, cuando los bajaron de la sierra.
El Pernales y el Niño del Arahal, desconocedores que el alcalde había avisado a la Guardia Civil y que había organizado ya una batida con leñadores y el alguacil para seguir el rastro y dar señas de su paraderos a los miembros del Cuerpo, dirigen sus monturas hacia el arroyo del Tejo para vadearlo y dirigirse al Cortijo de las Quejas, -ya desaparecido- donde descabalgaron y almorzaron parte de los víveres adquiridos en la aldea del Bellotar.
Continuamos siguiendo el rastro de los dos bandoleros y tras la parada en el Cortijo cruzamos una explanada donde nos espera una senda bien señalizada que dirige nuestros pasos hasta el Cerro de los Morricos, llamado ahora de la Sepultura, lugar donde se produce el encuentro con las fuerzas del Puesto de Línea de Alcaraz integrada por dos parejas. El alto a la Guardia Civil es respondido a tiros por los dos bandoleros y la fuerza atacante realiza una descarga cerrada con sus máuser, descabalgando de su montura al Pernales que cae herido mortalmente, mientras el Niño del Arahal aunque por unos momentos logra escapar también es alcanzado a unos 300 metros de donde se produce el encuentro. Los cadáveres fueron bajados hasta el pueblo de Villaverde, donde fueron expuestos públicamente y finalmente enterrados, tras la autopsia, en el Cementerio de Alcaraz, donde puede verse su lápida. Se había acabado la leyenda y el cerco que había movilizado en Andalucía a más de 2.000 Guardia Civiles e inquietado a las autoridades de Madrid, para acabar con los últimos bandoleros.
Desde la Cruz del Pernales se baja hasta Villaverde y luego si os apetece os invitamos a hacer parada y fonda en Las Salegas del Maguillo para reparar fuerzas y tertulia alrededor del fuego.